Mineros de La nueva en el Socavón Emilia, Año 1922 |
La quietud de la mañana, sólo se agitaba por un homogéneo grupo que competía para acceder a la instalación formando a la entrada una maraña absurda y sin sustancia, ni esencia pero con una existencia que se evidencia, día tras día.
Urbanitas, multiformes..., se citan día tras día y a la misma hora, en un acto banal, y en conversación ramplona sin otear más horizonte que la verticalidad del inmueble que tienen en frente.
Otra realidad, dantesca se diseña en los lejanos despachos de Bruselas y en los ministerios madrileños inquietada por la combatividad y movimiento de las Cuencas Mineras.
Tiradas periodísticas, bombardeos radiofónicos, y la apatía televisiva, interesada en adulterar la realidad de los hechos animados por el sensacionalismo de brutales cargas policiales, sintetizan el mensaje que absorben esta cadena de asilvestrados urbanitas.
Mientras tanto, continúan las reformas legislativas, que hosties nos importa si por decreto ley o por decreto legislativo, siempre con tajantes recortes, y sus consecutivas enmiendas tendentes a vulnerar los derechos sociales y a limitar los derechos de la ciudadanía referentes a la libertad de expresión, manifestación, a recibir una información objetiva y no manipulada, y una amalgama de etcéteras en las que debemos incluir la vulneración al principio de universalidad y garantía a la educación y a la sanidad.
No todos estamos entre el rebaño, de los uniformes y uniformados urbanitas, y aunque nunca "Baxamos al Pozu", #somosmineros, porque estamos hasta los cojones y como una vez dijo mi güelu "los costeros, non arden".
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